Mientras los ingleses y franceses pueden
cruzar el Canal de La Mancha por debajo del agua
- con trenes rápidos - o mientras pueblos de la
américa latina resuelven sus dilemas de otras
formas, nuestro subdesarrollo caracterizado,
expone a comerciantes, ganaderos y colonos - por
igual - a unas condiciones increíbles e
inimaginables en un país con algo más de una
década ya de bonanza petrolera en los Llanos
Orientales. La paradoja ahora no es que no haya
habido dinero, es que la bonanza petrolera
produjo demasiado; recientes informaciones de
prensa se refieren a los faltantes de fondos
provenientes de las regalías pretoleras. Aun se
requiere un análisis cuidadoso por estos
conceptos duranate los ultimos quince años del
siglo XX. De otro lado, es muy seguro que la
región recibirá mucho más y se requiere saber
administrarlo.
Una anhelada y verdadera autopista al
Llano y la vía a Puerto Carreño, así como la
navegación por el Meta y Orinoco, sueños de un
gobernante como Alfonso López Pumarejo, hace ya
más de cincuenta años o un aeropuerto
internacional en Villavicencio que comunique al
país con América del Sur, del Norte, con Asia y
con Europa representan sueños de muchos, que
bien merecen ser tenidas en cuenta.
Pioneros de la agroindustria y el
comercio se han desplazado hacia allí - a las
planicies aluviales y areas de influencia de los
nacientes asentamientos urbanos, durante los
últimos treinta años - para cultivar arroz,
ajonjolí, palma africana, sorgo y otros. Si bien
es cierto que estos cultivos han contribuído
enormemente al desarrollo regional no así ha
sido con los químicos que se han utilizado como
fungicidas y abonos. Los resultados de éste uso
ya se hacen sentir en la fauna íctica de la
región.
Para establecer praderas mejoradas
en otrora zonas de bosque tropical
el capital financiero ha desplazado
al colono; este, que tumbó a hacha
y machete el bosque natural, ha tenido
que desplazarse "mucho más abajo"
hacia la selva amazónica o a los bosques
de vertiente. Muchos colonos ya tuvieron
que adelantar la "migración de retorno"
buscando los tugurios de pequeñas
ciudades despues de un fracaso que
les tomó veinte o más años de su vida.
Es indudable que el papel del sector
agroindustrial ha sido fructífero;
dichas empresas merecen un mejor apoyo
para no estar expuestos a perder miles
de toneladas de productos alimenticios.
Sin embargo, el costo del desarrollo
económico regional no puede de ninguna manera
hacerse con el sacrificio de una generación de
colonos y campesinos que migraron primero. Sería
ésta la única forma como el desarrollo económico
pudiera ir de la mano con lo que sucede en el
medio ambiente: dándole al colono que ha
depredado el bosque la posibilidad de derivar su
sustento de actividades silviculturales,
piscícolas, de servicios al turismo ambiental,
entre otros; es encomiable que algunos esfuerzos
ya se han iniciado en esa dirección.
La producción y elaboración de
estupefacientes en estas zonas aisladas han
causado enormes problemas de los que aún ni se
habla. La mano de obra empleada en dichas
actividades - de colonos e indígenas - trabaja
de la misma forma como se empleó en las siringas
amazónicas del Siglo XIX: el sistema de endeude
les aporta semillas, suministros, herramientas y
alimentos cuyo valor es descontado una vez se
entrega la mercancía; mucha de la mano de obra
utilizada en los laboratorios es mano de obra
infantil. Los residuos químicos de los
laboratorios de la coca se diluyen en las
fuentes de agua: en las mismas de donde la
población toma agua para el consumo. Pese a la
abundancia de documentos y buena voluntad que
existen los proyectos de investigación en los
diversos campos del saber y su pronta
divulgación a la población local y a las
entidades universitarias regionales son aún muy
precarios.
Pero ante todo, es necesario formar,
educar y orientar a las presentes y futuras
generaciones orinoquenses para que - mediante el
reconocimiento de su pasado y apreciación de su
presente - puedan forjarse un futuro.
Por último, a la fecha de nacimiento del portal
www.orinoquiacolombia.org - marzo del año 2002,
segundo año del siglo XXI - el piedemonte
llanero y las sabanas y selvas del orinete del
pais, que representan las tres cuartas partes
del territorio Colombiano continúan viviendo un
conflicto armado iniciado con "la guerra" de los
años cincuenta, conflicto que desafortunadamente
no tiene visos de aclararse.
Todo lo contrario, intereses económicos y
políticos diversos, la producción y demanda
internacional por la coca y la amapola, la
comercialización de armamento promovida por
agentes internacionales, el uso indiscriminado
de agentes químicos para la fumigación de
cultivos de coca y amapola y, lo que es más
grave, las irreconciliables diferencias de los
agentes armados - gobierno, guerrilleros de
distintos grupos y paramilitares - han dado como
resultado un territorio herido de muerte que
merece, para propios y extraños, una mejor
suerte y un preponderante lugar en la historia
de las regiones de América.
Los depósitos y recursos mineros no
renovables potenciales en el piedemonte
orinoquense y amazónico han colocado a la región
en la mira de intereses internacionales mientras
que, se propone ante ante todo el pensar un
destino mejor para los niños y niñas y para los
adolescentes habitantes de ciudades, pueblos,
selvas y sabanas que hoy, como decía el
Libertador Simón Bolívar , "deambulan como gamos
por los territorios de América", como
desposeídos de la tierra. Para todos ellos está
preparado este mensaje que ahora navega por el
ciberespacio como www.orinoquiacolombia.org.
|